
Es tan habitual seguir tendencias sin analizar las cosas que se hace necesario echar un poco el ancla y reflexionar acerca de si, realmente, estamos entendiendo lo que decimos y lo que hacemos en el ámbito de la productividad.
Afirmar, así como así, que aquél (o aquella) que se va a su hora del trabajo (mientras otros compañeros se quedan trabajando en la oficina) es porque se organiza mejor que los demás, es no entender la realidad del mundo laboral.
Vamos a analizarlo, porque no es tan simple como afirman algunos titulares.
Una vez más, pasamos de una situación en la que se critica cómo se hacía algo antes, para imponer una nueva forma sin analizar.
Que salgas a tu hora del trabajo depende de varias cosas, y no solo de ti.
Si te fijas, frecuentemente aquellos que te hablan de productividad lo hacen desde una perspectiva de control total de tu actividad, y eso suele implicar que trabajas en solitario.
Esa imagen de un escritor en una cabaña en el bosque, retirado allí a escribir su nueva novela, que organiza su tiempo para que su libro avance a buen ritmo… ¿es tu caso?
Probablemente, NO.
Si tu trabajo está entrelazado con el de otras personas, las normas estrictas de organización de las tareas empiezan a tambalearse.
Suelo decir que si una persona establece que solo va a usar el teléfono entre las 10am y las 11am, y otra persona hace lo mismo, pero establece su horario de uso entre las 11:30h y las 12:30h, esas dos personas nunca van a hablarse por teléfono (¿es eso organización y productividad?).
Tu actividad depende de otras personas, y de su organización.
No todos los trabajos se pueden hacer de manera simultánea.
Algunas tareas dependen de otras previas para poder completarse, incluso para poder comenzarse.
Si quien va delante de ti se retrasa, te retrasa a ti también.
Sin embargo, él/ella saldrá a su hora, y dirán que se organiza mejor que tú, que te tienes que quedar a terminar el trabajo por SU mala organización, NO por la tuya.
Se critica al que sale más tarde, sin razonar.
Como decía antes, está de moda criticar el «siempre se ha hecho así», porque indica que no se avanza y no se razonan los porqués de las acciones.
Sin embargo, lo que se hace muchas veces es sustituirlo por un «ahora se hace así», que tiene exactamente el mismo defecto: no se razona.
Durante mucho tiempo se ha ensalzado al empleado/a que se quedaba hasta más tarde en la oficina para sacar el trabajo adelante, como identificación de esfuerzo y compromiso.
Después, empezó a plantearse que tal vez el mero hecho de salir más tarde no implicaba nada de lo anterior, sino que podía ser al contrario: que durante la jornada laboral no se fuera productivo/a y se necesitase de tiempo extra para hacer el trabajo.
Y después, sin más, se ha pasado a criticar al que se queda en la oficina más allá de su hora obligatoria, acusándole de no saber organizarse, o simplemente afirmando que si sale más tarde, será que el resto del día habrá estado vagueando.
Hemos pasado de premiar (tal vez sin sentido) al que se queda a criticarlo (tal vez también sin sentido).
Ejemplo ilustrativo de que puedes salir más tarde por mala organización de otros.
Imagínate que estás, para este ejemplo, en un equipo que tiene que presentar una oferta mañana, y que dicha oferta se materializa en un documento que incluye una serie de láminas con imágenes, textos descriptivos y los precios de los productos que ofertéis (da igual, piensa en el producto que quieras).
Sois 3 personas en el equipo, y cada uno tiene su labor:
- Compañer@ A: Fotografías
- Fotografiar el producto
- Editar las imágenes
- Entregar las imágenes preparadas para la presentación.
- Compañer@ B: Precios
- Descomponer los precios del producto.
- Analizar los costes
- Entregar la oferta con los precios para el cliente.
- TÚ: Presentación
- Componer las láminas con las imágenes y los precios
- Escribir los textos
Tú sabes que necesitas para realizar la presentación, por ejemplo, 3 horas, de las cuales 1 hora y media se la llevará la redacción de los textos, y otra hora y media la composición de las láminas.
Por no complicar el ejemplo, demos por hecho que ya alguien ha seleccionado los productos que vais a ofertar, y que ya está claro.
Vamos a suponer que vuestra hora de salida de la oficina son las 18:30h.
Como vemos, tu parte del trabajo requiere que otras personas hayan hecho antes la suya.
Supongamos que tus compañer@s A y B te entregan su parte a las 18h, en lugar de entregártela a las 15:30h, que es lo que necesitas para salir a las 18:30h (3 horas de trabajo).
Se han retrasado 2 horas y media: no han cumplido con su parte.
Como mucho, podrías haberlo recibido a las 17h, ya que has ido avanzando con los textos, y no has estado de brazos cruzados esperando las fotografías y los precios de los productos a ofertar.
Resultado:
Aquí viene lo bueno.
Tus compañer@s A y B se van tranquilamente a casa a las 18:30h, con su parte del trabajo «cumplida», ya que han dejado las fotografías y los precios entregados, que era lo que tenían que hacer hoy.
Sin embargo, y ya que el plazo para entregar la presentación ya termina, tú te ves en la obligación de quedarte hasta las 19:30h ó las 20h en la oficina, terminando tu parte del trabajo.
Conclusiones:
¿Acaso te has organizado mal?
¿Quién es causante de que salgas más tarde, tú o tus compañer@s A y B?
Pero ¿quién sale a su hora y quién se queda trabajando en la oficina?
Lo triste de todo esto es que los pseudo-especialistas de turno te dirán que tú eres dueñ@ de tu tiempo, y que para salir a tu hora te tendrías que haber organizado mejor para salir antes; incluso puede que te pongan a tus compañer@s A y B como ejemplo de buena organización, porque mira, ell@s se va a casa a su hora sin tanto estrés como tienes tú.
También habrá quien diga que has calentado la silla durante el día sin hacer nada, para luego quedarte hasta más tarde y que tus jefes crean que trabajas mucho…
Pero pocos serán los que analicen lo que realmente pasa: simplemente criticarán, porque es lo que se hace ahora.
Si quieres, puedes echar un ojo al artículo en que te explico la diferencia entre eficacia y eficiencia, y cómo se tiende (en la tendencia actual) a menospreciar al trabajador eficaz.