
La crítica habitual también es rutina.
Estarás ya habituado a leer artículos que te hablan de lo peligroso que es para una empresa seguir haciendo las cosas como las ha hecho siempre, puesto que el mundo va cambiando, los negocios van cambiando, el mercado va cambiando, el cliente va cambiando… y hay que adaptarse.
El problema es que esto se ha convertido también en una rutina, y se pierde de vista, muy frecuentemente, el motivo por el que se hacen las cosas.
Tan peligroso lo uno como lo otro.
Tan peligroso para la empresa es hacer las cosas «porque siempre se han hecho así», como hacerlas «porque ahora se hacen así».
El peligro está en la falta de análisis. Análisis para tu caso particular.
Imposición de tendencias: recetas para todos.
Si asistes a alguna conferencia relacionada con algún ámbito de actividad concreto, seguramente oirás a varios de los ponentes explicar que la manera en la que se hacen las cosas actualmente ha quedado obsoleta, y acto seguido, te explicarán cómo tienes que hacerlas ahora.
El problema fundamental que tiene esto es mostrar a los oyentes una receta como si fuera un análisis particular.
Pero no lo es.
La imposición de tendencias es, muchas veces, algo circular. Simplemente, mueve el mercado.
Vemos como, por ejemplo, en el mundo de la moda, cada temporada o cada año, «se lleva un color», o un material, o un estilo, distinto al del año pasado.
Es decir, el invierno pasado llevabas ropa de un color, y este año la moda, la tendencia, dice que debes guardar esa ropa en el armario (o tirarla a la basura), y comprarte ropa nueva, del color que se lleva este invierno.
Las recetas en el espacio de trabajo.
En el mundo de las oficinas, también existen las modas, y las tendencias.
Algunas tendencias están justificadas, pues responden a una adecuación de los sistemas de producción (no olvides que tú, sentado ante un ordenador en tu oficina, eres un medio productivo: no son solo las fábricas o los talleres artesanos).
Hay múltiples ejemplos, que van haciendo que los espacios se transformen, pues los modos de trabajar cambian, y el espacio debe estar acorde.
Pero hay otras tendencias, y son muchas, que son solo eso, tendencias.
Analizar.
Llevo años trabajando con las personas en sus entornos laborales y sus espacios de trabajo, y puedo decirte que muchas veces las tendencias no cuadran contigo, ni con la empresa en la que trabajas.
Otras veces, sí.
Pero la cuestión fundamental es ser capaz de analizar las cosas, y ver si una nueva tendencia te beneficia en tu organización o no (o si incluso te perjudica).
He realizado diversos estudios para clientes que se estaban planteado hacer algunos cambios en su entorno de trabajo, para no dar imagen de quedarse fuera de las vanguardias, que realmente les iban a perjudicar: finalmente, entendimos que los cambios debían ser otros diferentes, que sí les aportaban valor.
Algunos de esos cambios, también eran y son tendencia. Otros, no.
Y lo mejor es que algunas de las cosas que hemos hecho, después han sido tendencia.
Me da igual.
Lo que me interesa es si te es propicio a ti: no me interesa si es tendencia o no lo es.
El olvido de los «trendsetters».
Cuando oigas a un «trendsetter», un creador de tendencias, atiende a lo que explique, y analízalo.
Juegan con el olvido, lo cual es cada vez más difícil, por cierto: pero es uno de sus pilares básicos.
¿Por qué?
Porque es muy probable que algunas de las tendencias desechadas, vuelva.
Es el ejemplo de antes, con el color de la ropa de temporada. Un otoño la moda es un color, al año siguiente cambia ese color, y tú tiras tu anticuada ropa del año pasado… y al cabo de unos cuantos otoños, se vuelve a llevar el mismo color. Como tiraste tu ropa, has de volverla a comprar, para seguir a la moda…
Pero en la moda, hay un consenso general que admite esas rotaciones. De hecho, al entrar en una tienda de ropa, según la temporada en la que estés y cuál sea la tendencia, verás que el tono general de los tejidos es bastante uniforme: si se lleva el verde, hay muchas prendas verdes, y si después se cambia al amarillo, pues verás muchas prendas amarillas.
Sin embargo, en el ámbito productivo y organizativo hay otro tipo de razonamientos, y no está tan claro que haya que gastar mucho dinero simplemente para estar «a la moda».
¿No conoces ninguna empresa que haya gastado un cierto dinero en demoler los despachos de sus oficinas, y que después haya gastado otro cierto dinero en volverlos a construir?
En algún momento, los despachos fueron estigmatizados porque el espacio abierto de oficina es lo que favorece la comunicación entre los integrantes de una empresa…
…y en algún momento, el espacio abierto de oficina fue estigmatizado porque no permite la privacidad de las personas, provoca contaminación acústica, etc.
Tu caso.
Si tiraste los despachos porque cambiaste la forma de trabajar, perfecto.
Si los has vuelto a construir porque has vuelto a cambiar la forma de trabajar, perfecto.
Si simplemente seguiste la tendencia de los gurús, pregúntate si el gurú que te dijo que debías demoler los despachos es el mismo que, tiempo después, te dice que debes volver a construirlos.
La clave está en analizar, que es, por cierto, bastante más difícil y trabajoso que seguir tendencias.
«Ahora se hace así.»
Desde luego, hay gurús que son enórmemente buenos: y razonan.
Pero hay otra capa de profesionales que critican el «siempre se ha hecho así», y sin embargo pregonan el «ahora se hace así».
¿Te das cuenta de que es lo mismo, verdad? Es la misma forma de razonar: ninguna.
Es cambiar una imposición por otra.
Si te encuentras en una situación de estas, hablamos y vemos cómo puedes enfocarlo.
Pero no tires tus sillas ergonómicas de oficina para sentarte en una tela colgada con cuerdas del forjado, sin pensarlo antes: tal vez te interese hacerlo, tal vez no.