
Es muy frecuente ver que en las ofertas de empleo se pide que se acredite una cierta experiencia en puestos similares al que se ofrece.
Sin embargo, conviene entender que la experiencia no es algo que ocurra solamente con el tiempo, ha de haber una actividad al respecto.
Veamos a qué me refiero.
La permanencia en un puesto de trabajo es solo cuestión de tiempo.
Cuando se pide, en una oferta de empleo, que el candidato tenga una determinada experiencia mínima en puestos similares se suele hacer referencia exclusivamente a intervalos de tiempo.
La respuesta a la pregunta «¿Cuál es tu experiencia?» suele ser «N años«.
Sin embargo, en mi carrera me he encontrado con personas que llevaban muchos años en un puesto de trabajo pero que no podía decirse que tuvieran realmente experiencia, sino simplemente que habían conseguido permanecer en ese puesto durante todo ese tiempo.
Durante toda esa permanencia, no avanzaron en sus conocimientos, sino que su preocupación fue siempre mantener su empleo a toda costa.
Este tipo de trabajador no aporta gran cosa, no es más interesante para un equipo que alguien nuevo en el sector.
Permanencia problemática a ultranza.
De hecho, podemos llegar a hablar de un tipo de trabajador/a que haya conseguido permanecer en su puesto de trabajo a costa de otros.
Seguramente podrás encontrar en tu memoria alguien que se especializa en no afrontar problema alguno, sino en distribuirlos haciendo de sus problemas los problemas de los demás, hasta el punto que dejan de ser sus problemas y quedan solo como los problemas de los demás.
Al no afrontar esos problemas, tampoco fracasa al intentar solucionarlos, teniendo un expediente inmaculado.
Permanencia circunstancial.
También te será relativamente fácil encontrar a alguien que se mantiene en su puesto de trabajo simplemente por circunstancias ajenas a él/ella.
Por ejemplo, si es alguien que lleva un cierto tiempo en la empresa tendrá ya un contrato de tipo indefinido, y su despido le empieza a costar dinero a la empresa.
Por tanto, hay empresas que ante una reducción de plantilla optan por seguir el criterio de despedir a aquellos que, o bien tienen contrato de tipo temporal (no renovándoles) o bien a aquellos cuyo despido sea más barato por llevar menos tiempo en la empresa.
Esto genera un efecto de bola de nieve que acaba dando el resultado de que hay personas en esas empresas que ya son prácticamente intocables, ya que despedirlas se habrá convertido en algo económicamente costoso para la compañía.
La experiencia requiere de acciones realizadas.
Cuando un empleador solicita un cierto nivel de experiencia mínima en un candidato lo hace porque entiende que esa persona ya sabe perfectamente en qué consiste el puesto, y que tiene capacidad de solucionar los problemas inherentes a esa actividad.
A lo largo del tiempo, esa persona con experiencia se ha encontrado con diversos contratiempos que ha tenido que salvar.
La primera vez que se encontró cada uno de esos contratiempos, seguramente le llevó tiempo y esfuerzo encontrar una solución.
Pero, a lo largo de su carrera profesional, ha ido construyendo un catálogo de soluciones a problemas encontrados, de tal manera que lo más probable es que los obstáculos más habituales los sepa afrontar con soltura.
Eso, lógicamente, es un valor.
Y para conseguirlo, es necesario que haya transcurrido un cierto tiempo, pero también que la persona haya sido activa, y haya afrontado y solventado esos problemas.
Los puestos de trabajo evolucionan.
En este mismo blog escribí un artículo relativo a La Variabilidad de la Necesidad de Talento, en el que exponía el hecho de que los puestos de trabajo van cambiando con el tiempo, y también las funciones a desarrollar.
Si pensamos, por poner ejemplos muy claros, en una persona que lleve en un puesto de trabajo del área de Informática desde hace muchos años, podemos estar hablando de una persona tremendamente experta en ese campo, que ha probado de todo y se ha encontrado con montones de problemas que solucionar a lo largo de su carrera; o podemos estar hablando de una persona que entró a trabajar cuando la Informática era algo mucho más «sencillo» que ahora, y que tal vez se quedó haciendo las cosas de la misma manera a partir de un cierto punto.
De hecho, tanto es así que probablemente he puesto un ejemplo en el que puede ser que se valore más el nivel de estudios que la experiencia.
Conclusiones.
Si hablamos de permanencia en un puesto de trabajo simplemente hablamos de un intervalo de tiempo, mientras que si hablamos realmente de experiencia hablamos de que, durante ese tiempo, se ha mantenido una actitud proactiva y se han afrontado problemas, desarrollando soluciones que ahora forman parte del catálogo personal.
No es lo mismo.
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