Estamos en una época en la que parece que formarse es algo que viene dado, que todo entra en tu mente a través de Internet.
Hay una cantidad de oferta formativa, gratuita y no gratuita, que hace que sufras una especie de “infoxicación” a este respecto.
Lo malo de todo esto, es que puede provocarte también una ceguera poco selectiva a la hora de valorar las oportunidades que tienes ante ti.
La base: tu interés
Hace pocos días, en una clase que he impartido en Málaga para la International Facility Management Association, he podido comprobar cómo el interés del alumnado es la base del éxito de la formación.
Asistieron personas con diversos cargos dentro de sus organizaciones, todos ellos relacionados en la actividad acerca de la que versaba el curso.
Al poco de comenzar la clase, conseguimos entre todos que se produjese un dinamismo participativo que convirtiese una “ponencia” en un curso interactivo de verdad.
En este caso, el curso era presencial, pero lo mismo podemos aplicar a webinars y cursos on-line.
Estas personas pudieron volver a comprobar cómo muchas de sus dudas y de sus problemas relacionados con el asunto a tratar eran comunes con otras personas, que no eran cosas que les pasaran solamente a ellos individualmente.
Que no te bloquee el exceso de oferta.
No tienes más que entrar en Internet para encontrar una enorme cantidad de titulares ofreciéndote formarte en esto y aquello…
Al final, llega un punto en que todo te parece igual, y acabas por bloquearte.
No dejes que te ocurra.
Dentro de toda esa oferta, hay muy buenas oportunidades, y también mucho humo, pero no mires igual a todos.
Debes dar un paso previo: DEFINIR.
Al igual que ocurre con otras tantas cosas, uno de los puntos más difíciles es definir.
En relación a lo que estamos hablando, tu trabajo previo es definir cuál es tu interés formativo en cada momento.
Una vez hayas hecho esta definición, tus ojos serán capaces de ver solamente aquella parte de la oferta formativa que te interese, y no ver el resto.
Debes aprovechar la formación.
No es simplemente cuestión de asistir a una sala en la que un profesor, un ponente (o cómo quieras llamarlo) habla, y tú estás en una silla, sin más.
La participación activa comienza sencillamente prestando atención…y esto suele acabar con el planteamiento de dudas y preguntando.
A veces, el tema en sí, o la cantidad de información que recibes hace que, cuando llega el turno de preguntas, todavía no hayas asimilado lo que has escuchado, y no te encuentres capaz de preguntar: no pasa nada, no es obligatorio.
Has de entender tu formación como una oportunidad, de modo que… aprovecha tus oportunidades de formación.
Hay pasos posteriores.
No es objeto de este breve post, y hablaremos de ello en este mismo lugar, pero no está de más mencionar que, además de asistir y recibir conocimiento, la consecución de resultados no termina ahí, sino que hay más pasos que dar para aplicar realmente lo que se ha aprendido.
Ver más artículos relativos a Formación