Cada vez que se acerca un cambio de año, vuelve a aparecer el concepto de «Propósitos de Año Nuevo».
Es algo que no se suele tomar muy en serio, y en las conversaciones informales se habla de ello en tono de broma, dando por hecho que no se van a materializar.
¿Por qué ocurre esto?
¿Se puede hacer algo al respecto?
Se repiten año tras año y han perdido su credibilidad.
Los propósitos para el año nuevo se han convertido en parte del folklore.
Tanto es así que existen algunos propósitos de año nuevo que se consideran comunes y típicos.
Seguramente, te suenen algunos: dejar de fumar, ponerse en forma, aprender un nuevo idioma…
Si se hiciera una lista oficial de propósitos de año nuevo, algunos estarían sí o sí.
Pero no solo se consideran típicos, sino que se repiten año tras año, incluso en las mismas personas.
Se repiten año tras año porque, año tras año se han ido dejando a medias y no se han materializado.
Ocurre constantemente, a muchas personas.
De modo que, cuando hablas en tu círculo de amistades acerca de este tema, te encuentras con que muchas personas tienen los mismos propósitos para el año, y que los mencionan con una sonrisa irónica que indica la asunción de que no se van a materializar.
A ver si te suena esta situación:
Estás con un amigo que, por lo que sea, ha perdido la forma física de manera clara.
Se le cae algo al suelo, y al agacharse para recogerlo emite el típico sonido gutural que denota el esfuerzo que le ha supuesto.
Al mismo tiempo, se pone la palma de la mano en la zona lumbar según se vuelve a incorporar, y seguidamente, resopla.
Entonces le haces un comentario típico, dando lugar a la siguiente conversación:
– Vaya cómo estás, ¿eh? ¿Dónde ha quedado tu forma física?
– Pues sí, tendría que hacer algo para ponerme en forma, parece que tenga mil años más de los que tengo.
– Pues ya sabes: ¡A hacer ejercicio! El gimnasio te espera.
– Sí, sí, ya voy corriendo. Mira, como propósito para el año nuevo.
¿Cómo interpretas lo que te dice tu amigo?
¿Te lo crees?
Prueba a re-leer la conversación otra vez, pero sin la expresión final de «Mira, como propósito para el año nuevo».
Te resulta más creíble, ¿verdad?
Hasta llegar a ese punto de la conversación, podrías estar entendiendo que tu amigo/a es consciente de que su forma física es demasiado baja y que quiere mejorarla, por lo que puede que comience a hacer ejercicio o a ir al gimnasio, o lo que sea.
Pero, al llegar al final y añadir eso de «como propósito para el año nuevo», todo cambia.
Ya interpretáis, tanto tú como tu amigo(a), que no hay intención alguna de remediar esa situación de su forma física.
El ejemplo de la forma física no solo es típico y común sino que sirve para explicar cómo forma parte de la tradición social.
Los gimnasios saben que a principios de año son muchas las personas que se apuntan y pagan la cuota, pero que después no van a ir, o van a ir muy pocas veces.
Suelen establecer packs de descuento para que pagues varios meses por adelantado sabiendo que no vas a hacer uso de sus instalaciones.
Tú, por tu parte, piensas que si pagas varios meses por adelantado te estarás obligando a ir aunque luego no te apetezca simplemente porque has pagado.
Pero también sabes que la realidad no es así, y que aunque hayas pagado, luego no vas.
Hay gimnasios que estiran esta realidad, y venden una cantidad de suscripciones que, si luego todos los que se han apuntado, fuesen al gimnasio, no habría ni espacio ni equipamiento ni para la mitad de los inscritos.
Pero ya saben que eso no ocurrirá, igual que lo sabes tú.
¿Y por qué lo sabéis?
Porque es típico y se repite año tras año.
Por eso ya no tiene credibilidad.
¿Se puede hacer algo para que los propósitos de año nuevo no sean una broma?
Claro que sí.
De hecho, lo que se puede hacer es igual de válido para los propósitos de año nuevo que para cualquier propósito en otras fechas.
La particularidad de los «de año nuevo» es que, por una parte, tienen la creencia de que empezarlos en Enero les dotaría de una especie de energía especial que no tendrían el resto del año; y por otra parte, no son convincentes debido a que no se suelen cumplir.
Si ves que alguien se apunta al gimnasio en Octubre (por ejemplo) puedes pensar que ha pasado a la acción para mejorar su forma física.
Pero si ves que alguien se apunta al gimnasio en Enero… ya dudas porque sospechas que se deba a un propósito de año nuevo… y esos no se suelen cumplir.
Y sin embargo, en Enero se apunta mucha más gente a los gimnasios que en Octubre.
Como ves, son los 2 aspectos que decíamos.
Empezar con análisis de por qué no lo sueles lograr es muy útil.
El análisis no arregla el problema por sí solo, pero es una herramienta muy útil para trazar una serie de pasos a dar.
Si no sabes dónde está el problema, será mucho más difícil solucionarlo.
Cada caso es personal y particular, y por eso puede ser que encontrar las causas sea una labor complicada.
Existen algunos grupos comunes de causas, algunas de ellas presentes en muchos libros y guías.
Sin embargo, más que repasar una serie de puntos habituales, tiene mayor utilidad el aprender a analizar y comprender qué es lo que estás buscando, y dónde lo estás buscando.
Es una parte de lo que se cuenta en el libro «De Propósitos de Año Nuevo a Realidad«, en el que la primera parte de todo el libro está dedicada a explicar las causas, los porqués de que los propósitos, tanto los «de año nuevo» como los que demás, no se conviertan en realidad.
Hay toda una serie de conceptos a comprender, y verás por tu propio entendimiento cómo los propósitos se plantean de manera errónea y cómo los planes de acción se cimentan sobre convicciones poco sólidas que, simplemente, se repiten una y otra vez a pesar de haber demostrado año tras año que no sirven.
Para ello, a través de múltiples ejemplos, hablamos de conceptos como la fuerza de voluntad, la energía para comenzar, la constancia, la consistencia, la diferencia entre diferentes tipos de propósito y la manera de afrontarlos…
No se trata de los análisis típicos.
De hecho, ya te adelanto que si esperas una disertación a favor de la fuerza de voluntad o una crítica hacia ti recriminándote que no la tengas, o una guía para aumentar tu fuerza de voluntad, no vas a encontrar ni lo uno ni lo otro porque no es el camino para lograr resultados, a pesar de que la tradición se haya empeñado en convencerte de que sí.
Trazar un plan de acción basado en cimientos sólidos.
Igual de tradicional que es plantearse propósitos de año nuevo simplemente porque se acerca el final del año es basar los planes de acción en razonamientos que no han avanzado con el paso del tiempo.
Se sabe que no funcionan, hasta el punto que han convertido los propósitos de año nuevo en una broma, un meme que cada cambio de año provoca esas muecas irónicas en las personas que hablan de ello.
Sin embargo, a pesar de haber demostrado una y otra vez que no funcionan, todavía son tantas y tantas las personas que siguen insistiendo en basar sus planes de acción en ellos.
¿Qué resultado esperan?
Vale, es cierto, directamente ya esperan que no funcione, porque ya hemos visto que los propósitos de año nuevo no se toman en serio.
Pero, ¿y si resulta que sí pueden trabajarse y conseguir resultados?
Se puede, pero desde luego no basándose en algunos de los mecanismos tradicionales como la famosa «fuerza de voluntad».
En el libro te detallo cómo plantearte tus propósitos de año nuevo (y los que no son «de año nuevo» también) si es que quieres obtener resultados.
Con ejemplos. Podrías ser tú.
Algunos de los conceptos y mecanismos que explico en el libro pueden resultar algo complicados (tampoco demasiado), o también un tanto chocantes.
Chocantes, no por nada extraño, sino simplemente porque no se corresponden con los razonamientos tradicionales que reiteradamente llevan los propósitos al fracaso.
Creo que una buena manera de explicar todo esto es con ejemplos, de modo que en el libro te vas a encontrar con muchos de ellos que servirán para que comprendas de lo que estamos hablando y puedas aplicarlo.
Cuando estés leyendo los ejemplos, es probable que en alguno de ellos sientas que podrías ser tú quien protagonizara esa situación, puede ser que ya la hayas protagonizado.
Es lógico, porque el libro está escrito para ti.