
Seguramente habrás leído artículos, incluso habrás realizado algún curso en el que se te haya explicado cómo has de organizarte para tener mucha Productividad.
Después de ello, llega el momento de aplicarlo a tu vida laboral real.
¿Te ha funcionado?
Vamos a ver qué ocurre cuando la teoría se pasa a la práctica.
Los métodos de Productividad que no valen para trabajar en equipo tienen un valor limitado.
Una de las cuestiones que más me llama la atención de algunos cursos acerca de la Productividad es que ignoran por completo el hecho de que, cada vez más, el trabajo en equipo es algo primordial.
Puede ser, perfectamente, que el curso esté impartido por una persona muy productiva, pero que lo que te cuente no te sirva a ti, precisamente por esto.
Seguramente te sonarán recomendaciones como tener un horario estricto para tus tareas, desconectar el móvil para que no te molesten mientras trabajas, etc…
Si te fijas, el paradigma que describen estos métodos es el de trabajo individual: tú decides cuándo y cómo vas a distribuir tus tareas en tu tiempo.
Pero la realidad más común es que no realizas tu trabajo aislado del mundo, sino que tienes múltiples interacciones con otras personas.
Esto suele tener el efecto de que tu trabajo (y el de esas otras personas) está condicionado por esa interacción.
Cuando tienes jefes que te organizan tu tiempo.
Una interacción clara que limita (y a veces, muchísimo) tu libertad para organizar tus tareas en tu tiempo, son tus jefes/as.
¿Has leído (o te han contado en algún curso) el efecto negativo que tienen sobre tu Productividad las interrupciones?
Probablemente, sí, y aunque no lo hayas hecho, lo entiendes intuitivamente, sobre todo por lo que cuesta «retomar el hilo» de lo que estabas haciendo cuando te interrumpieron.
Vale, de acuerdo… ¿y tus jefes/as, no te interrumpen?
¿Te ha pasado alguna vez que te hayas organizado tu tiempo para el día, y que según llegas a la oficina, tus jefes te cambian el orden de prioridades completamente?
¿Alguna vez?…
¿Con frecuencia?…
¿Habitualmente?…
La interacción entre tu trabajo y el de otros compañeros, proveedores, etc.
Tu jefe/a te informa de que has de enviar un cierto trabajo a un cliente tal día a tal hora (digamos, mañana por la mañana).
Para ello, has de realizar consultas a otras personas (compañeros, proveedores…) cuya respuesta es necesaria para el trabajo que has de entregar.
Tú te aplicas a la tarea rápidamente, y preguntas a todos.
Y esperas las respuestas…
..y algunas llegan rápido…
…pero otras no.
Llega la mañana siguiente, y tu jefe/a viene a preguntarte si has cumplido con tu tarea de enviar ese trabajo al cliente, y tú le dices que no.
¿Cómo reacciona tu jefe/a?
Lo más habitual es que te tache de persona improductiva, porque no has conseguido realizar el trabajo.
¿Y si hubieras seguido las recomendaciones de desconectarte para trabajar?
Ahora vamos a pensar en que una tarea como ésta la llevases a cabo según las metodologías de Productividad que te invitan a aislarte, desconectar el móvil, el email…
¿Cómo hubiera sido tu trabajo?
Primero, habrías analizado las consultas que necesitas hacer.
Después, habrías escrito unos cuantos emails (tal vez, alguna llamada telefónica…).
Tras esto, te desconectarías y empezarías a hacer la parte del trabajo que pudieras hacer sin necesidad de interacción con otras personas (así nadie te interrumpe).
A la hora que hayas designado en tu organización del tiempo, te conectas de nuevo con el exterior para ver las respuestas a todas esas consultas que has hecho.
Resulta que hay algunos que no te han respondido, y otros que te han enviado una respuesta pero que son, a su vez, preguntas, dudas a despejar para que te puedan contestar…
¿Te suena?
Puede ser que esos correos lleven ahí horas, y que al no contestarlos, hayas consumido un valioso tiempo para cumplir con tu plazo.
Un paso más allá: los demás también se quieren aislar.
Vale, pero vamos ahora al punto más crítico de todos.
¿Por qué supones que tú te puedes aislar del mundo para trabajar, pero los demás no?
Los demás también pueden, exactamente igual que tú.
Si seguimos con el ejemplo, puede ocurrir lo siguiente:
Tú entras a trabajar a las 9:00h (por ejemplo), y decides que te conectas con el mundo entre las 11:00h y las 12:30h (por ejemplo), que es cuando escribes tus correos y lees lo que te hayan llegado.
Entonces es cuando haces (siguiendo con el ejemplo) tus consultas a los demás.
Pero claro, resulta que alguna de las personas a las que consultas también se organiza su tiempo igual (habrá ido a los mismos cursos de Productividad que tú), y resulta que ya se había conectado con el mundo entre las 9:00h y las 10:30h, y no volverá a conectarse hasta las 17:30h (por ejemplo).
Si la consulta que le has hecho a esa persona no es de respuesta inmediata, es muy probable que no te conteste lo que necesites a tiempo.
¿Te molesta que no te atiendan? Atiende tú primero.
Según los métodos de Productividad que ignoran el trabajo en equipo, tú decides cuándo te desconectas del mundo, y también cuándo te vuelves a conectar.
Pero esa visión tan egocéntrica de las cosas no termina de funcionar.
Si lo vemos en el plano teórico, ya hemos mostrado en el ejemplo anterior que no es algo que funcione, porque si todo el mundo hace lo mismo, el trabajo no sale adelante (poca Productividad).
Si pasamos al mundo real, es tan directo como preguntarte cómo te afecta cuando llamas a alguien y no te coge el teléfono, o cuando escribes un mensaje y no te contestan.
Lo primero a preguntar es: «¿Y tú, no actúas así?».
Si tú tienes la idea de que te puedes desconectar del mundo cuando necesites concentración en tu trabajo, ¿por qué piensas que los demás no lo pueden hacer?
¿Acaso crees que es tu trabajo el único que necesita concentración?
Esto es muy habitual: hay muchas personas que piensan que solo su trabajo es difícil, y que el de los demás es muy sencillo.
Te puedo poner un ejemplo:
Cuando imparto un curso presencial, yo no pido a los asistentes que apaguen sus teléfonos móviles.
Ellos mismos, por respeto a los demás, bajan el volumen de las notificaciones (lo suelen poner en modo vibración); y también ellos mismos, cuando alguien les llama o reciben un mensaje, deciden si es algo que necesite de su respuesta inmediata (salen de la sala unos minutos) o si puede esperar a que haya un descanso o a la finalización de la clase.
¿Por qué hago esto así?
Porque me resulta curioso cómo los profesores, ponentes, etc. comienzan con tanta frecuencia sus conferencias o sus clases pidiendo a los asistentes que apaguen sus teléfonos móviles, simplemente para tener todas su atención, dando por hecho que su clase o su conferencia es lo más importante del mundo para todos, y que no hay nada ahí fuera que pueda importar más a sus alumnos hasta que se acabe la clase.
No solo ocurre en las conferencias.
Piensa en las entrevistas de trabajo.
Es probable que te pidan que apagues el móvil (o al menos que no contestes a las llamadas) mientras estés en la entrevista.
Sin embargo, cuando acabas, ¿no te han dicho nunca que esté pendiente de tu móvil, porque te pueden llamar en cualquier momento?
Es decir, te piden que uses tu móvil solamente para atenderles a ellos, pero a los demás no.
Conclusiones:
Soy consultor de Productividad, y es algo que se trabaja.
Sin embargo, hay mucha formación al respecto que se basa exclusivamente en el trabajo individual y con una visión egocéntrica del mundo.
El trabajo en el mundo real, cada vez más, se basa en el trabajo en equipo.
Si el método de Productividad que aplicas no contempla la interacción con otras personas, probablemente no te sirva de mucho.